La mayoría de los adultos piensa en una sola cosa de los alimentos: las calorías y la realidad es que las calorías son bastante poco relevantes en general; lo que importa son los nutrientes. Y como ayudamos a nuestro cuerpo a absorberlos.
Una persona puede llenarse de suplementos de calcio, pero si el cuerpo no está en movimiento, poco se absorberá. Podemos comer mucho hierro, pero si lo juntamos con el café o lácteos mucho no sirve.
Durante años llenar el changuito de productos de envase «verde», diet y light fue la norma de una «alimentación saludable» o «empezar a cuidarse». Esos productos en su mayoría son ultraprocesados, bajos en calorías, altos en aceites de mala calidad, edulcorantes, colorantes y otros aditivos que lastiman nuestra microbiota.
Si los nutrientes no están impresos en un paquete ¿están?
Un tomate no dice cuanta vitamina C tiene, pero tiene mucho más que el cereal «infantil» que te ofrecen en las publicidades. Los nutrientes están, una alimentación variada, basada en comida de verdad: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales, productos animales si se desean, si es variada, será completa
Todavía hay mucha preocupación en relación a comer una banana porque «engorda», y tal vez en vez de eso elegimos un chocoarroz, que tiene las calorías impresas, lo cual nos deja más tranquilos, aún cuando su calidad nutricional es pésima.
Crecimos en ese formato, y solo la información nos sacará de allí. No hay que darse «gustitos», porque cuando hablamos de «gustitos» hablamos que el resto de la comida no es para disfrutar. Hay que tratar de comer rico siempre. Toda comida puede ser «un gustito», tanto en sabor como en la situación social que nos hace compartir.
Somos espejo. Nuestro patrón alimentario será el de nuestros peques. Las enfermedades relacionadas a la alimentación cada vez son más visibles, y algo hay que hacer para cambiarlo. Hagamos el cambio.
¡Consulta a tu pediatra siempre!
Por la Dra. Andrea Gajo Gane